Los castillos son el resto más glorioso nuestro pasado histórico. Omnipresentes en el paisaje, singulares en su emplazamiento, nos muestran las imponentes fortificaciones que hicieron respetables los señoríos castellanos. Demuestran la grandeza de sus ciudades y la vitalidad de estos pueblos. Surgen como torres defensivas a partir del siglo VIII y su construcción se prolonga hasta el siglo XV, fecha en que los castillos comienzan a perder su función original.
Los castillos fueron fortalezas, máquinas de guerra con un claro valor estratégico que ejercían labores de vigilancia, protección y defensa frente al acecho del enemigo. Los señores medievales los construyeron para morar en su interior y parece curioso que todavía se mantengan en pie estas imponentes fortificaciones que vigilan desde lo alto de los cerros y que fueron el mejor símbolo del poder de la época.
Desde sus almenas se ha escrito la historia de los pueblos, y sus piedras centenarias recuerdan un tiempo en que los territorios que hoy pisamos eran los dueños del mundo.
El Castillo de Mombeltrán, también conocido como el Castillo de los Duques de Alburquerque, es uno de los castillos más originales de Ávila y de España dado que sus formas no son del todo convencionales y que se encuentra enclavado en un entorno de extrema hermosura. Un monumento imponente dentro de un paraje excepcional de la sierra de Gredos.
Se encuentra emplazado en un cerro visible de las afueras de la localidad. Su localización era estratégica, ya que dominada todo el conocido Barranco de las Cinco Villas.
Si observamos la inmensidad de escudos heráldicos que dominan el monumento, podemos deducir que esta gran obra se hizo con el esfuerzo de D. Beltrán, aprovechando los restos de un castillo anterior en ruinas.
A través de los siglos, este castillo ha estado siempre ligado a la familia de Alburquerque, y aún lo sigue siendo en la actualidad. Los Duques de Alburquerque también son conocidos por poseer la propiedad del bonito castillo de Cuéllar, en Segovia.
Exteriormente muestra detalles de fortaleza militar y traza defensiva, a la par que se pueden observar rasgos de residencia señorial de lujo. Al monumento podemos acceder a través de una portada renacentista que sustituyó a un antiguo foso y puente levadizo en el momento en el que el segundo Duque de Alburquerque decidió emplazar en este castillo su residencia.
Se trata de un edificio de grandes dimensiones, con forma cuadrada y con torres redondeadas en las esquinas, con una torre del homenaje de gran tamaño. El castillo está formado por dos recintos cuadrados rodeados de una gran barbacana. Cabe destacar, asimismo, los restos del antiguo patio de armas, que, aún hoy, se conservan aunque no en muy buen estado.
En la actualidad se encuentra en un buen grado de conservación exterior, teniendo toda la fachada completa. En el interior podemos encontrarnos con interesantes restos de muros, escaleras y columnas.
El Castillo de Mombeltrán es, por tanto, un monumento defensivo y residencial muy bien conservado y emplazado en un lugar excepcional de la Sierra de Gredos, que, a pesar de que en la actualidad está sin uso, sigue siendo propiedad particular, como históricamente, de los duques de Alburquerque.
Construido en el siglo XV. En el año 1393 el rey Enrique III otorga el título de Villa a Arenas de San Pedro, entregando su señorío a Ruy López Dávalos, condestable de Castilla, que empieza su construcción.
Se le conoce como el Castillo de la Triste Condesa, debido a que después del ajusticionamiento de don Álvaro de Luna en 1453, Juan II permitió que la villa permaneciera en poder de su viuda doña Juana de Pimentel, conocida popularmente con este apodo. Es propiedad municipal. Están restauradas la Torre del Homenaje y el adarve. Durante el mes de agosto se destina a actividades culturales y recreativas en el patio de armas.
VISITA
Está construido en mampostería granítica combinada con ladrillo, obedeciendo al deseo de don Álvaro de Luna. Fue construido en el siglo XIV sobre una iglesia gótica. En el siglo XVI se levantó la torre del homenaje y se construyó un gran cubo artillero, y ya en el siglo XVI, desaparecidos los conflictos interiores, el castillo se transformó en palacio renacentista porticado según el uso castellano. Posee un barrera de la 2ª mitad del siglo XV.
Actualmente se encuentra en buen estado, tras las recientes rehabilitaciones que se han realizado sobre él, finalizadas en el año 2003. De propiedad municipal, actualmente es visitable y en su interior se alberga el Centro de Interpretación Histórica del Valle del Tiétar.
VISITA
El Castillo de Oropesa se empezó a construir en el siglo XII. Es una construcción cuadrilonga de mampostería, que en origen tenía cuatro torres circulares y de las que sólo se conservan dos, las demás debieron desaparecer al levantarse el castillo nuevo, adosado al antiguo con el que forma un único conjunto.
Se accede a un patio cuadrado, sin cubrir, formado por restos de muros de varios metros de altura, al que dan tres puertas, y que conserva restos de las antiguas caballerizas.
La Torre del Homenaje, en la fachada frente al palacio, es de planta cuadrada, de sillar, con torretas en las esquinas.
Se pasa de aquí a otro patio, rectangular, muy reformado. Adosada al cuerpo nuevo del Parador hay una torre octogonal de sillares almohadillados y dos cuerpos.
Uniendo castillo y palacio existe un tramo de muralla de mampostería y sillares que tiene un acceso cercano al castillo y está compuesto por un arco de medio punto adovelado con moldura de bocel en el interior.
Las otras torres corresponden a una nueva del homenaje y a otra, situada en el lienzo norte, que tiene un balcón en el primer piso y una escalera de caracol de altos sillares.
Presenta unas excepcionales panorámicas de la sierra de Gredos y vistas sobre las llanas tierras del Campo Arañuelo, que integran un conjunto de gran atractivo. Actualmente alberga el Parador Nacional de Turismo "Virrey de Toledo".
VISITA
Los castillos son el resto más glorioso nuestro pasado histórico. Omnipresentes en el paisaje, singulares en su emplazamiento, nos muestran las imponentes fortificaciones que hicieron respetables los señoríos castellanos. Demuestran la grandeza de sus ciudades y la vitalidad de estos pueblos. Surgen como torres defensivas a partir del siglo VIII y su construcción se prolonga hasta el siglo XV, fecha en que los castillos comienzan a perder su función original.