Los rollos son unas de las piezas más arrinconadas de nuestra historia. Pero es un fenómeno común a toda Castilla que solamente en estos últimos años tiende a remitir. El origen de este "olvido" parece estar en el temor que suscitado a nuestros antepasados y que ellos nos han transmitido. Aunque en su origen no era su función, ya que nacieron como símbolos que marcaban la autonomía de las localidades cuando conseguían el rango de villa acabaron sustituyendo a las picotas para exhibir a reos y ajusticiados ante los ojos del pueblo, como medida de escarmiento.
La picota, realizada en madera, tiene su origen a finales del siglo XIII, mientras que el rollo apareció a finales del siglo XIV. Convivieron juntos cada uno con su función hasta que las picotas fueron desapareciendo, por el desgaste natural del tiempo, y se aprovechó la presencia de los rollos de piedra, fenómeno que pudo darse a partir del siglo XV.
La finalidad de un rollo jurisdiccional en una población era simbolizar, avisar al forastero, del privilegio de Villazgo del que gozara. Desde los inicios de la Reconquista, para fomentar la repoblación de los cristianos y premiar sus esfuerzos en las luchas contra los moros, los reyes concedían privilegios de Villazgo a las aldeas y autoridad para ejercer la ley a sus señores. Con ese motivo se erigieron los rollos jurisdiccionales en el cruce de caminos, a la entrada de las poblaciones o en las plazas, para simbolizar el poder de los señores o de las villas de impartir justicia en nombre del rey.
Dos han debido ser los motivos fundamentales por los que nuestros antepasados acabaron temiendo y despreciando a los rollos: su utilización postrera como picotas, y su papel de símbolo del poder para ejercer la justicia de los señores feudales, sobre todo en los lugares en que estos se condujesen tiránicamente. Por ello, en 1813 las Cortes de Cádiz promulgan un Decreto por el que se ordena, a petición de los propios ayuntamientos, la demolición de todos los signos de vasallaje, considerándolos recuerdo contínuo de humillación. Hoy en día los que quedaron en pie empiezan a ser considerados como auténtico patrimonio histórico-artístico.
Su curiosa arquitectura se yergue en el centro de las plazas principales de los pueblos. Suelen tener una base, sobre la que se apoya una columna cilíndrica en posición vertical. La parte superior está adornada con diferentes simbologías (cruces, pináculos) que, en muchas ocasiones, se realizaron siguiendo las directrices de corrientes artísticas del momento, como el gótico.
Más información: De rollos y picotas (Celtiberia)
Un rollo es una columna generalmente hecha de piedra y normalmente rematada por una cruz o una bola. Representaba la categoría administrativa del lugar, levantándose solo en los villazgos que tenían plena jurisdicción, indicando el régimen al que estaba sometido: señorío real, concejil, eclesiástico o monástico. Además marcaba el límite territorial y, en ciertos casos, era un monumento conmemorativo de la concesión del villazgo.
Compartían con las picotas las funciones de ajusticiamientos. Estos ajusticiamientos fueron suspendidos por decreto de las Cortes de Cádiz en 1812.
Los hay en aquellos pueblos de los reinos de la Corona de Castilla que tenían alcalde y, por lo tanto, jurisdicción para juzgar y condenar a muerte.
Servía además para castigar y pagar las penas menores de los delincuentes comunes, que tras ser azotados, eran expuestos a pública vergüenza.